Se jubiló Fabiana Mattioli tras 35 años de carrera docente

Fabiana Mattioli es nativa de J. B. Molina y tuvo, el 31 de marzo pasado, el cese definitivo por jubilación tras 35 años de carrera docente, de los cuales uno estuvo en la Escuela N° 6298 “12 de Octubre” Campo Mugueta, otro en Pergamino y un año más en la ciudad de General Pacheco, provincia de Buenos Aires. Pero la mayor parte de su tiempo estuvo dedicado a la Escuela Provincial N° 6058 “General Guillermo Pinto” de jornada completa de su localidad de la cual fue docente durante varios años para luego desempeñarse como vicedirectora de la institución, desde 2001 hasta 2006, ascendiendo ese año al cargo de directora hasta el momento de su jubilación.

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– ¿Cómo fueron sus comienzos?

– Bajo la dirección de Edgardo Martinet en 1983, aun no estando recibida, comencé haciendo algunos reemplazos cuando era convocada por las directoras de aquella época, viajando a San Nicolás y regresando por la noche para trabajar luego en J. B. Molina. Fui ingresando en la docencia a través de reemplazos cortos hasta que en algún momento por jubilaciones o traslados de otras compañeras comencé a trabajar de corrido hasta el mismo día en que me jubilé. Nací en J. B. Molina, estudié en la querida Escuela N° 6058, hice el colegio secundario aquí, luego estudié el Profesorado de Educación Primaria como así lo quise gracias a mi familia y regresé a mi querida escuela donde solo estuve ausente tres años porque trabajé en otros lugares y regresé para finalizar mi carrera como docente y directivo al mismo tiempo.

– ¿La vocación por la docencia tiene registro en sus antepasados o es innata?

– Solamente algunas primas, a pesar de que no había trato como para que me contagiaran la pasión que siento por la docencia. Me gustó trabajar con chicos, esa adrenalina diaria que tiene la escuela con lo bueno y lo no tan bueno, que se da, pero me gustó enseñar, sobre todo aprender y fue pasando el tiempo y uno va cambiando y tomando experiencias sin duda siempre estudiando hasta el último tiempo. La docencia se estudia todos los años, uno no es docente cuando se recibe sino que continuamente hay una formación.

– ¿Al principio de qué grado eras maestra?

– Siempre fui maestra de los grados superiores. En una etapa me tocó elegir primer grado, me gustó mucho y de hecho estuve dos veces, pero mayoritariamente regresé a los cursos superiores hasta que en el año 2002 estuve en la vicedirección junto María Gracia Fiore de Boldú, luego rendí concurso y pude tomar la dirección titular.

– Hábleme ahora de la problemática del año 1992…

– Participé activamente y lo hice con toda la responsabilidad y la convicción de que tenía que ser así porque era un avance educativo que teníamos en J. B. Molina, era una educación innovadora. De todo problema hay que escuchar las voces, discernir cuáles son las que tienen un interés que no es común y de todo lo que se dice ver en qué se puede mejorar. El grupo con el que trabajé tomó aquello con lo que se debía mejorar que era la parte de innovación pedagógica, de capacitación de los docentes y con muchas personas de la localidad. Entendía que la jornada completa era lo más importante con todo lo que eso conlleva, no solo en lo alimenticio sino también en los vínculos, la contención y la educación, con lo cual se trabajó activamente para mejorar esa parte. En aquel momento había algo que yo siempre escuché y que lo pude comprobar y es que muchas veces las minorías también tienen la razón y así lo fuimos demostrando con trabajo inteligente, dedicado y con mucho estudio.

– Inexplicablemente en aquel momento se quería cerrar el comedor escolar.

– Cerrar la jornada completa por aquellos años implicaba que se cerrara el comedor. No existía la figura de que si se cerraba la jornada completa el comedor seguiría funcionando como por allí decían. Éste tenía su función de ser, justamente porque es una parte más educativa de la oferta de la escuela, es un momento de reunión y de compartir. También solucionaba el tema de que los chicos que se querían quedar no se trasladen a sus casas y regresen a la escuela en una hora, que era la que le quedaba libre. De hecho después de un mes que se decidió a nivel ministerial que sea jornada completa optativa teníamos entre el 85% y el 90% de los chicos almorzando en la escuela y la jornada completa sin ser obligatoria. Fue realmente algo positivo que sacamos de aquel problema, yo siempre de cada situación que no es tan grata veo qué se puede mejorar y a partir de allí bienvenido sea. Siempre construyendo y tratando de no destruir, ese es mi modo de ver en todos los órdenes de la vida. Regresé para ponerle mucho más que las obligaciones: le puse el corazón.

– ¿Qué recuerdos aún hoy tiene presente?

– Recuerdo perfectamente a Eduardo Martinet, a quien tuve como director, después como supervisor, luego como asesor pedagógico en un tiempo en que la escuela lo necesitó y finalmente como profesor particular en mis días de estudio para rendir el concurso a dirección. Además tengo gratos recuerdos de su familia. También a Stella Maris Mattioli, quien desde 2007 hasta su jubilación me acompañó en la vicedirección; a Roxana Fortado, quien me acompañó durante un año y medio, y a Andrea Bialunskas desempeñando el cargo de vicedirectivo desde junio de 2020 hasta mi último día en la institución.