Una marca registrada: El Medio Mundo cumplió 33 años

El periódico se puso en marcha el 2 de enero de 1991 y desde sus inicios recorre las calles a lo largo y ancho del departamento Constitución, aunque años más tarde la zona de cobertura se fue ampliando para el lado de Rosario. Cómo surgió la idea de encarar un proyecto gráfico regional, los miles de kilómetros recorridos, las crisis económicas, la pandemia y el desafío de superar cuanto obstáculo se interpusiera en el camino.

Por Ana Clara Spinelli

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Miguel Ángel Spinelli es un hombre de los medios que lleva en el rubro más de 40 años. Coordina y produce entrevistas, vende publicidad, reparte ejemplares, realiza cobranzas, conduce eventos y se destaca por ser un gran contador de cuentos, pero en su juventud también supo desarrollarse en otros oficios hasta que descubrió que la comunicación es más que una profesión: es un estilo de vida. En 1985 instaló una radio de cable en su Juan B. Molina natal y cinco años después decidió, junto a su entonces socio Osvaldo “Lele” La Manna, trasladar todo al formato papel.

«En los años 90 estábamos afiliados a una agrupación que nucleaba a todos los radiodifusores de cable del país y nos ofrecieron la chance de instalar una frecuencia modulada, pero la dejamos pasar y fue así como empezó a tomar fuerza la idea de volcarnos a la gráfica con un proyecto departamental», contó Miguel. Los primeros números se repartieron en las localidades de General Gelly, Cañada Rica, Sargento Cabral, Cepeda, Stephenson, Godoy, Oratorio Morante y Rueda, con base en Juan B. Molina.

En octubre de 1991, a nueve meses de la fundación del periódico, apareció la figura de Alberto Pronzato, un laburante oriundo de Peyrano que vivió varios años en Molina y que a finales de la década del 80 optó por radicarse en Villa Constitución. Una vez incorporado al equipo, empezó a trabajar en el sector de venta y distribución en la ciudad cabecera, de modo que el mensuario comenzó a circular por este distrito y lentamente fue ingresando a Pavón, Empalme Villa Constitución, Theobald, Peyrano, Santa Teresa, Pavón Arriba, Máximo Paz, Alcorta, Juncal y Bombal.

Con el tiempo se sumaron Fighiera, Coronel Bogado, Albarellos y Uranga, entre otras localidades que pertenecen al departamento Rosario. «Los primeros años fueron durísimos, de hecho algunos colegas con mayor experiencia en materia gráfica nos decían que teníamos que aguantar seis meses y que si los pasábamos no nos caíamos más. Y vaya si los pasamos… La Manna fue mi socio hasta marzo del 93 y con Alberto continuamos dándole forma a este proyecto donde pasamos a ser un nexo informativo entre los gobiernos locales y las comunidades», recordó Spinelli.

Fueron muchos los años de sacrificio que debieron transitar en el marco de una coyuntura a nivel nacional que, casi como de costumbre para la sociedad argentina, se presentaba difícil. «Los últimos dos años de (Carlos) Menem, el año y medio de (Fernando) de la Rúa y el período de (Eduardo) Duhalde fueron tremendos, de mucha inventiva», deslizó con cierta nostalgia, y agregó: «Así y todo, lo mejor que nos pasó fue la fiesta de los 20 años del periódico, en 2011, que será recordada para siempre por el esfuerzo que implicó hacerla. Estuvimos en todos los detalles y, como frutilla del postre, sorteamos un auto 0 km. Se hizo en la Sociedad Italiana de Juan B. Molina y asistieron alrededor de 260 personas».

Miguel siempre estuvo a cargo del área de diagramación y armado de las páginas hasta que en 2013 empezó a centrarse netamente en lo comercial y quien suscribe tomó la posta de esa tarea, teniendo en cuenta que me faltaban pocos meses para terminar la licenciatura en Periodismo que cursé en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. En 2015 también se sumó al equipo de trabajo mi hermano Ignacio tras abandonar la ciudad y volver al pueblo para darle continuidad al proyecto.

Sin embargo, la llegada del Covid-19 significó una pausa laboral significativa para Miguel y Alberto pese a que el periodismo fue considerado una actividad esencial. Ambos formaban parte de los grupos de riesgo y la situación sanitaria de ese momento indicaba que lo mejor que podían hacer era quedarse en sus casas. «La pandemia nos sacó de las manos tres caballitos de batalla que teníamos y que extrañamos mucho: el cierre anual de temporada, la fiesta de la pignolata y la cena de los ganadores. Porque hay algo que es real: con el diario solo no hubiésemos llegado hasta acá», afirmó.

Está claro que bajar la guardia nunca fue una opción para estos dos grandes compañeros de ruta que supieron bancarse en las buenas y en las malas. El propio Miguel admitió que «estamos grandes, tenemos 70 años y cada uno con sus achaques», pero con un espíritu de lucha inquebrantable. «Quiero agradecerles a todos los intendentes de Villa y a todos los presidentes comunales que estuvieron y a los que están, porque a pesar de la crisis económica siguen acompañando», cerró el padre de la criatura.

Para Alberto Pronzato simplemente fue una “casualidad” el hecho de haberse enterado, allá por 1991, de que Spinelli buscaba personal para sumarse al diario. Incluso confesó que lo primero que hizo fue venderle a una empresa villense una publicidad de una página entera durante seis meses, trabajo por el que cobró un porcentaje de comisión en lo que fue el puntapié inicial para desarrollarse en esta labor.

«Hemos hecho kilómetros y kilómetros y te puedo decir que los caminos alternativos del departamento Constitución los conocemos a todos. Hace 33 años que trabajamos juntos, somos personas correctas, sobre todo con los números. Todas las noches agradezco mucho a Dios porque hago lo que me gusta», declaró Alberto, y completó: «Enfermo o no, yo ando igual y tengo la camiseta de El Medio Mundo puesta. También le agradezco a Miguel por el acompañamiento, a ustedes por sumarse al equipo, a los clientes y a toda la gente que conocemos, que es mucha».